La AFA había dispuesto que la séptima fecha del Metropolitano de 1969 se jugase en la tarde del Jueves Santo, que caía el 3 de abril. Mucha gente tenía asueto por la tarde y eso ayudó para que los hinchas de River acudieran en masa al Monumental. Claro, el equipo que dirigía Ángel Labruna venía afiladísimo, porque había ganado cinco partidos y apenas cedido un empate.

Enfrente, Platense no terminaba de afirmarse: sorpresiva caída ante Chacarita en Núñez, la tarde en que Carlos Bulla y Jorge Miranda volvieron a ponerse la camiseta marrón y blanca, al regresar de Banfield y de Rosario Central. En la fecha inicial debutó un extremo izquierdo que había llegado desde Almirante Brown, para reemplazar a Luis Medina: su nombre era Oscar Valdez y de a poco se fue ganando un lugar.

Victoria contra Quilmes (3-1) haciendo valer la localía, caída en Unión de Santa Fe, triunfo sobre el recién ascendido Deportivo Morón por 1-0 (cabezazo de Juan Carlos Piris en el arco de Crámer) y lo insólito que resultó ver a Platense vestido con camiseta azul y mangas blancas. Nueva derrota ahora ante el sólido Racing del brasileño Machado da Silva, que hizo dos goles en el 3-1 de los académicos. En la sexta fecha hubo empate 2-2 con Argentinos Juniors y nadie quedó conforme, porque el cuadro de La Paternal no tenía un gran equipo y parecía una victoria segura.

El  Monumental fue un obstáculo insalvable entre 1938 y 1967. Antes, Platense había ganado tres veces visitando a River. La primera fue en la cancha que ellos tenían en la Boca, durante la Copa de Honor de 1916, con gol en tiempo suplemento del wing izquierdo, Lázaro Amores, que los eliminó de ese torneo. La segunda fue durante el primer torneo profesional, aquel de 1931, con una sensacional goleada por 5-2 en la cancha de Recoleta, ubicada en Alvear y Tagle, muy cerquita de donde se erigió Canal 7 años después. Y la tercera y última, ocurrió en 1935, con un doblete de Domingo Fernández.

En 1967 se rompió el hechizo, porque en la segunda fecha Platense venció al Millonario por 3-2, bajo la dirección técnica de Ángel Labruna y ganando por primera vez en el templo riverplatense. Un año antes ya se había empatado 1-1 jugando muy bien, con un golazo del Loco Miranda y una igualdad a falta de cuatro minutos de Juan Carlos Sarnari para ellos. Hubo derrota 0-3 en el Nacional de 1967 cuando todavía el fantasma de la caída ante Estudiantes en las semis del Metro impedía que el equipo retomara su buen rumbo.

Llegó aquel 3 de abril de 1969 y todo River imaginaba un nuevo triunfo. Labruna volvió a su casa y como venía dulce, puso el mismo equipo que había vencido 1-0 a Huracán en la Quema. En Platense, don Pedro Dellacha dispuso que salieran el uruguayo Conde Mendes y Jorge Chaves, los dos laterales, para que ingresaran Luis Assaneo y Elbio Capdevila. En el medio el zurdo Ramiro Pérez regresó a la zona central y también volvió Oscar Valdez como extremo izquierdo.

Habían pasado nada más que dos minutos, cuando un bombazo del Huevo Muggione se metió abajo, junto al palo izquierdo del sorprendido Hugo Carballo, el arquero local. El derechazo provocó la primera explosión en la tribuna popular y el partido arrancó con Platense ganando. El dominio de River duró media hora, Enrique Topini le sacó un zurdazo al ángulo a Pinino Mas y tras un rebote, un tiro de Daniel Onega lo rechazó nuestro arquero con los pies en un gran esfuerzo.

A los 32 minutos, pase de Bulla hacia la medialuna e ingresó de Néstor Subiat, que con toda su capacidad aguantó la marca del zaguero Paira y tocó sobre la salida de Carballo con una sutileza bien suya, marcando el 2-0 en el arco donde hoy está el tablero electrónico del Monumental. En aquel tiempo apenas estaba la platea baja…

River entró en un pozo, generó peligro un cabezazo del Chamaco Rodríguez, después otro violento tiro de Oscar Mas, pero casi nada más. En el medio, el trío Muggione-Ramiro Pérez-Subiat se hizo un festín con la pelota. Miranda era imparable para Vieytez y Valdez era demasiado veloz para «Pipo» Ferreiro. El entretiempo no cambió nada, porque Platense tuvo la virtud de convertir el tercer gol en el minuto 9, gracias a que Miranda definió de emboquillada sobre Carballo con la defensa local totalmente desordenada.

Pintaba para goleada y se necesitaban más goles. Los zagueros Piris y Rivero eran una muralla para los intentos cada vez más tibios de River y el cuarto gol Calamar se olfateaba en el aire. A cinco minutos del final, Carlitos Bulla definió con un toque corto una serie de pases en el borde del área tras una gran corrida de Valdez por la izquierda. Euforia, locura en la popular del Marrón, 4-0 y a cantarle a Gardel.

El final significó una goleada maravillosa, la pérdida del invicto de River y un premio para un grupo de jugadores que jugó su mejor partido del torneo y al año siguiente también tendría varios rendimientos de altísimo nivel. River 0 Platense 4, con el detalle de que los Millonarios fueron finalistas y perdieron con Chacarita, un justo campeón.

Por ALEJANDRO FABBRI