Ya había cumplido los 18 años cuando se consagró con Olimpo de Bahía Blanca como el arquero de la cuarta división que ganó el torneo de su categoría en la Liga del Sur, lo que le dio la oportunidad de debutar y jugar varios partidos en la primera aurinegra, en 1957 y 1958. Alguien lo tentó para viajar a Buenos Aires y para allá se fue Enrique José Topini, con el ofrecimiento para jugar en Platense, que estaba por cumplir su cuarta temporada seguida en la vieja Primera B.
Robusto, con gran capacidad de salto y muchos reflejos, impresionó muy pronto a los dirigentes que le hicieron contrato y también al entrenador, José “Pechito” Della Torre, recordado zaguero de Racing que jugó la final de la primera Copa del Mundo en 1930. El torneo arrancó el 2 de mayo de 1959 y Topini fue titular, debutando en la vieja cancha de El Porvenir, ubicada en Lanús Oeste. El partido finalizó 1-1 y además de Topini, rubio de ojos claros, típico descendiente de italianos del norte, conformó a todos. Eduardo Balasanián hizo el gol Calamar y cuando faltaban poco más de diez minutos para el final, empató el delantero Abba.
En la segunda fecha, Topini jugó por primera vez en Manuela Pedraza y Crámer. Platense recibió a Banfield, otro de los candidatos al ascenso. Muchísima gente y un monstruo del fútbol en el arco del Taladro: nada menos que Julio Cozzi, que por única vez en su carrera atajaría contra el club de su vida. Fue victoria marrón por 4-2 con cuatro goles del puntero derecho Piotti y los dos tantos de Banfield hechos por Héctor Scandoli, que muy pronto sería compañero de Topini.
La regularidad que mantuvo el Gringo en el arco no fue acompañada por el rendimiento del equipo, que finalizó en el quinto puesto, a 17 puntos del campeón Chacarita. En 1960 llegaron varios refuerzos importantes, pero la figura fue Juan Carlos Morrone, un habilidoso de pequeño físico pero pícaro y valiente, muy goleador. Morrone hizo 21 goles y fue transferido al fútbol italiano al finalizar la temporada.
Topini perdió la titularidad tras un 0-5 con Talleres de Escalada, pero la recuperó cinco fechas después y se mantuvo hasta el final. En 1961 jugó todo el torneo lo mismo que un defensor que debutó al mismo tiempo que el arquero bahiense y que incluso compartió vivienda con él, el salteño Alberto Rojas, que permanecería siete años jugando en Platense.
El sueño del regreso a Primera no se cristalizaba porque Platense terminó octavo en 1960 y cuarto en 1961, cuando la categoría entregaba un único ascenso por temporada. Durante el torneo del ’61, Topini fue el arquero Calamar cuando Ángel Labruna jugó sus dos partidos con la camiseta marrón y blanca, ante Tigre y Central Córdoba.
El nuevo entrenador Juan Carlos Fonda (de lucido paso por Platense en los años 40 como jugador) hizo que se inclinara por Rubén Levi, arquero llegado desde Quilmes. En 1962 el equipo persiguió a Banfield en lo alto de la tabla pero nunca lo pudo alcanzar. Fue subcampeón y ni Rojas ni Topini jugaron más que unos pocos minutos. Lo mismo pasó en 1963, hasta que don Manuel Giúdice lo repuso en el arco, tras una floja actuación de Levi frente a Temperley en Núñez.
Allí, definitivamente, alcanzó la titularidad indiscutida. Se lució en las últimas fechas de esa temporada y fue uno de los puntales en el muy festejado ascenso de 1964: Topini jugó los 37 partidos que tuvo el torneo y su amigo Rojas participó en 33. Recuperaron los lugares perdidos y celebraron al final. Topini fue la enorme figura en el partido que determinó el ascenso Calamar, el 29 de diciembre de 1964 en el viejo Gasómetro, cuando tuvo una actuación sensacional y evitó que All Boys llegara al empate que mereció largamente. Platense –con goles de Orlando Garro y de Olindo Guzmán- venció 2-1 al Albo de Floresta y lo pasó en el pentagonal para definir el segundo ascenso a la A acompañando a Lanús. Esa noche, dejó de ser el Gringo, para ser la Chancha Voladora. Un apodo que lo acompañó cariñosamente para siempre, junto con el de Topo, especie de apócope de su apellido.
Escribió el recordado periodista Osvaldo Ardizzone en “El Gráfico” sobre aquella noche que los jugadores de All Boys “…se encontraron con un arquero que poco a poco se fue agrandando, hasta convertirse en la figura del campo. En el principal «responsable» de la victoria de su equipo. Gran actuación. Detuvo dos pelotas que se gritaron antes. Un cabezazo metido por Carro en el rincón derecho y abajo. Y otra pelota que detuvo sobre la raya, tomado a mitad de camino, con gran sentido de recuperación. No muestra mucha capacidad en las salidas. Pero si una gran reserva física para volver a armarse.”
Prolongando su gran momento, Topini debutó en Primera A el 18 de abril de 1965, la tarde en que Platense fue local en el Monumental contra el flamante campeón de la Copa Libertadores. El Independiente del capitán Jorge Maldonado –Calamar de pura cepa entre los años ’40 y 1955 cuando el primer descenso- fue aquel rival. Sorpresa general, gol del puntero Enzo Gennoni, penal para Independiente, remate de Raúl Savoy y atajadón de Topini yendo abajo hacia su palo izquierdo. Victoria Marrón por 1-0 y a prolongar el festejo.
Desde allí fueron siete temporadas consecutivas en la A con algunas tareas excepcionales, otros partidos que no fueron buenos pero ganándose un respeto y un sentimiento de enorme cariño de los hinchas de Platense. Compartió arco con el cordobés Juan Carlos Hurt y formaron un buen tándem. Cuando uno flaqueaba, el otro lo cubrió. Quizá el Gringo haya lamentado siempre que Ángel Labruna no lo tuvo en cuenta para el Metropolitano de 1967, cuando la enorme campaña que llevó a Platense a semifinales. Quizá su carácter no lo hubiera traicionado como si le ocurrió a Hurt, que tuvo un partido lamentable contra Estudiantes de La Plata y nos dejó afuera de la final. Quizá. Pero no dijo nada y siguió adelante. Ya en el Nacional, volvió al arco Calamar.
Descenso en 1971 –compartiendo el arco con José Cafaro- la misma tarea en 1972 y los últimos partidos en 1973, recuperando la titularidad tras la transferencia de Cafaro a Italia, que se calzó el buzo para defender nuestro arco por última vez el 24 de noviembre de 1973 en la vieja cancha de Arsenal, en un discreto empate en un gol contra Quilmes. Esa tarde ya jugaban como titulares José Luis Petti, Ernesto Ulrich, Carlos Gómez y Héctor Bernabitti, puntales del ascenso y regreso a Primera tres años más tarde.
En el recuento de todos los jugadores que pasaron por Platense desde 1909 hasta hoy, encontramos 1471 apellidos y haciendo el resumen de cada uno, Enrique José Topini ocupa el primer lugar en cantidad de partidos oficiales jugados entre 1959 y 1973: son 321 por los torneos de Primera A y Primera B, además de 5 por Copa Argentina, lo que ubica con 326 presencias en todos los campeonatos de AFA.
Inalcanzable para Juan Antonio Mazzini (zaguero entre 1917-30) con 259, Norberto Toledo (mediocampista central entre 1939-47) con 252 y Carlos Biasutto, arquero del Marrón desde 1980 hasta 1986 inclusive, con 249 participaciones.
Su solidez bajo los palos, sus vuelos espectaculares, sus tapadas yendo a los pies de los delanteros contrarios, el respeto ganado entre compañeros y rivales, su hombría de bien y su amor por el club lo llevó a mantenerse trabajando en Platense durante mucho tiempo, enseñando arqueros, dirigiendo divisiones inferiores e incluso siendo técnico interino de la primera división.
En la Fiesta del Centenario fue homenajeado por todos y se ganó la ovación de la multitud en aquella emotiva cena del 24 de mayo de 2005. Siete meses después se iría, con 67 años, al arco de aquellos inolvidables, imprescindibles que pueblan el Paraíso Calamar. Con su dignidad, sus virtudes y su estampa inalterable. Topini, arquero récord de Platense.
Nota: Alejandro Fabbri
Fotos: Archivo de Historia y Estadística del Club Atlético Platense.