De la mano de Alejandro Fabbri, iniciamos el primer capítulo de la sección «Huellas Calamares» con la historia del clásico entre Platense y Chacarita, cuya primera edición se disputó el 20 de marzo de 1927.
El campeonato de 1927 fue el primero después de la intervención presidencial para unificar a las dos Asociaciones que manejaban el fútbol argentino. O sea: las luchas políticas, las disputas entre dirigentes no se iniciaron en los tiempos modernos. La pelea en la primera división ocurrió en 1912, cuando una docena de clubes siguieron al presidente de GEBA (Ricardo Aldao) y crearon la Federación Argentina de Football (FAF) que tuvo poca vida y duró tres años.
Para 1915 ya estaban todos unidos en la Asociación Argentina de Football, aunque antes de que terminara 1919 ya se habían divido de nuevo, pero más masivamente. La grieta duró siete temporadas, con la creación de la Asociación Amateurs y la continuidad de la Asociación Argentina. Platense –que había llegado a Primera en 1913- fue uno de los clubes que participó de la creación de la Amateurs y allí mostró su vigencia futbolística.
Además del subcampeonato de 1916, llegaron los tres terceros puestos conseguidos en los torneos de 1924, 1925 y 1926, con la famosa delantera que conformaron León, Cracco, Duarte, Bissio y Pardal. Como la división del fútbol no daba para más, intervino el mismísimo Marcelo T. de Alvear y laudó que debían fusionarse las entidades: así nació la Asociación Argentina Amateurs de Football, que duró hasta 1934, cuando nació la actual AFA.
El primer torneo unificado fue en 1927, con 34 equipos en una sola rueda. Todo arrancó el 20 de marzo y finalizó en enero de 1928, consagrando campeón a San Lorenzo, escoltado a un solo punto por Boca Juniors. En el fondo de la tabla quedó el club Porteño, con una escuálida victoria en 33 jornadas, producto de su triunfo ante el desaparecido Liberal Argentino.
Platense llegó al torneo con muchas modificaciones y no pudo repetir campañas anteriores. Sin embargo, en la jornada inicial derrotó a Chacarita Juniors por 2-1 en la vieja cancha de Manuela Pedraza y Crámer. Vieja, porque tenía un arco sobre Pedraza y el otro sobre Guayra, hoy Tamborini. Y además, porque las tribunas apenas albergaban diez mil personas como mucho, antes de la ampliación en 1932.
Esa tarde, los goles los hicieron Pascual Russo (puntero derecho) y Atilio Botta (insider derecho), aunque el italiano Renato Cesarini había empatado transitoriamente. En el arco del ya apodado “funebrero” estuvo Eduardo Alterio, tío del gran actor Héctor Alterio, que trajinó el arco tricolor durante más de una década. En Platense lucieron Antonio Cortella y Juan Mazzini, de largas trayectorias en el club, lo mismo que el wing izquierdo Manuel Pardal.
Durante esa temporada, se pudieron reconocer vestigios del Platense anterior en la buena victoria conseguida en Avellaneda frente a Racing por 3-1, con doblete de Botta y otro del wing Gilberto Olivier. También se festejó y mucho el empate sin goles en la cancha de Boca, ante un cuadro plagado de cracks como Tesoriere, Bidoglio, Muttis, Evaristo, Roberto Cherro y el artillero Tarasconi.
Platense terminó ocupando la decimotercera ubicación, con 14 triunfos, 8 empates y 11 caídas, 21 puntos por detrás del campeón y 32 puntos por delante del último. La mítica delantera de aquellos años se fue despidiendo lentamente. Entre León, Cracco, Duarte y Pardal hicieron 17 de los 40 goles Calamares en la temporada y el mediocampista central Carlos Volante fue de los más destacados hombres del equipo.
Pasaron 90 años y aquel choque contra Chacarita marcó el primer enfrentamiento contra el cuadro que tenía su campo en Humboldt 345, vecino al de Atlanta y recién emigraría para San Martín en 1945. La rivalidad –que nunca fue clásica- se inició mucho antes, cuando varios socios de Chacarita plantearon pasarse a Platense dada la ausencia de afiliación que tenía el club, entre 1916 y 1920. Chacarita llegó a la Asociación Argentina bastante tarde y fue escalando torneos hasta aparecer en la Primera recién durante la temporada de 1925.
Pasaron 90 años y todavía no llegamos a los 100 enfrentamientos oficiales. Está clavado en 97, con la festejada ventaja de Platense por dos juegos: 34-32 con 31 empates. Recordando con buena memoria aquellas goleadas sobre el Funebrero que dejaron huella, el 7-1 de 1938 y el 6-0 de 1949 y el último 4-0 en 2008, ya en Vicente López. Como visitante, el Calamar celebró fuerte con el 4-2 de 1967 (tres goles de Luis Fernando Lavezzi y uno de Néstor Subiat) y aquel enorme 2-1 del cuadrangular de 1979 cuando Chaca descendió, lo mismo que Atlanta y el Lobo de La Plata. Esa tarde, arropado por una multitud, Platense mantuvo la categoría y lo definió con un primer gol del entrerriano Pesoa y una joya de José Luis Petti, aquel crack inimitable.
Noventa años no son nada, queda dicho. Este seudo clásico, que se extraña, por qué no decirlo, volverá más temprano que tarde.
AF