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De la mano de Alejandro Fabbri, llega el tercer capítulo de la sección «Huellas Calamares». Esta vez es el turno de Orlando Garro, el segundo goleador histórico del Club Atlético Platense.

                Llegó cuando estaba por cumplir 24 años, procedente de Independiente. Había salido campeón con los rojos en el torneo de 1960, donde jugó apenas cuatro partidos, pero con una efectividad asombrosa. Metió tres goles, dos a Rosario Central y el restante a Newell’s. Y lo hizo actuando como puntero derecho, una posición donde nunca más se desempeñaría. Una lesión y la presencia de jugadores de mayor renombre hicieron que no actuara durante 1961 y buscara un nuevo horizonte.

                Platense buscaba mejorar su plantel para pelear el ascenso en 1962, pagó un millón de pesos y se lo llevó. El ex-goleador de Godoy Cruz en la liga mendocina venía buscando titularidad y un equipo para afianzarse. Y lo consiguió rápidamente. Podía jugar de centrodelantero –no era muy rápido pero sabía perfectamente moverse en el área- aunque también lo hacía como volante derecho o izquierdo, según diera la circunstancia.

                Orlando Garro tuvo de entrenador a Ángel Labruna en aquel Platense de 1962, pero el bueno de Angelito duró un suspiro: tres fechas cerraron su primer paso por el Calamar, tras las caídas en serie ante Tigre, Central Córdoba (insólito 0-6 en Ferro) y Deportivo Morón. Para la cuarta fecha, arrancó el equipo que perseguiría de atrás a Banfield pero jamás lo alcanzaría, siendo subcampeón. Fue goleada 5-1 sobre Almagro en Núñez con cuatro goles para ratificar su condición de gran anotador.

                Garro encontró en Héctor “Pájaro” Scandoli un gran socio para generar peligro en las áreas rivales y entre ambos llegaron a 46 de los 76 goles de Platense en el año, 22 aportados por el mendocino. Le metió otros cuatro a Sportivo Dock Sud (6-0 en Manuela Pedraza) y ganó toda la confianza de los hinchas y de los dirigentes para ser el estandarte de 1963. Sus 17 goles y el buen entendimiento con Mazzeo y con el wing izquierdo Senés no alcanzaron para ascender.

                Llegó 1964 y fue su consagración. Platense vencería a All Boys en un Gasómetro repleto y se quedaría con el segundo ascenso, para volver a la A tras nueve años de intentos malogrados. En aquel 1964, Garro fue la clave junto con el gran Enrique Topini, el tarzán bahiense que se atajó todo en la finalísima con los albos de Floresta. Fueron 37 partidos –divididos en tres fases- las que luchó el Calamar para ganarse el retorno.

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                En primer plano y como figura principal, Orlando Garro: tres goles a Almagro de visitante (3-2), tres a Tigre (5-0 en Victoria) y los tantos claves para ganar partidos durísimos (2-0 a Unión, 1-0 a Italiano, 2-0 a Temperley, 2-0 a Almagro y el gol que abrió la victoria ante All Boys) lo pusieron en el tope del jugador que necesitábamos. Orlando Garro hizo 26 goles, fue el artillero del año y de sus pies, de su sabiduría para situarse en el lugar justo, de su buen cabezazo, de su olfato de artillero, Platense sacó provecho y ascendió. Sumó 65 goles en tres temporadas en el ascenso y llegó entero al reto decisivo. La Primera A.

 

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                La actuación del goleador en la A fue paralela al crecimiento del equipo. Platense terminó último en la primera rueda de 1965 con 12 puntos, habiéndole ganado solamente a Independiente –flamante campeón de América, 1-0 en el Monumental- y 3-1 a Huracán, en Atlanta. Garro no hizo goles en esa parte, pero en la segunda rueda, el equipo y el mendocino se destaparon. Fueron 9 triunfos, 5 empates y apenas 2 caídas, para ocupar el sexto puesto del torneo.

                En esa segunda rueda, Garro le hizo dos goles a Central (4-1 en Núñez), metió un tremendo cabezazo para empatarle al Estudiantes de Zubeldía en La Plata (1-1) e hizo lo mismo un mes después en el arco de Ferro, en Caballito (1-1), pero el mayor placer y el más grande griterío Calamar ocurrió cuando Platense superó 3-1 al Boca campeón, que perdería apenas 3 juegos en todo el campeonato.

                Enzo Gennoni había metido el primer gol a Néstor Errea a los 4m y diez minutos después, un preciso pase de José Yudica lo habilitó a Garro, que se le escapó al zaguero Magdalena y antes de que Errea lo pudiera atorar, levantó la pelota por arriba del arquero y convirtió el segundo tanto. El descuento del Tanque Alfredo Rojas y un tercer gol de Gennoni decoraron el partido, que terminó con el 3-1 y la furia de los hinchas de Boca que intentaron prender fuego su tribuna.

                Garro siguió mojando: gol a Lanús (ganamos 4-1 en el Sur), gol a Chacarita (4-0 en Núñez) y gol a Atlanta (2-0 en Villa Crespo). La campaña de 1966 fue muy mala –Platense batió el récord de entrenadores en un mismo año, fueron ocho- y convirtió muy pocos goles. Garro no se llevaba bien con los dirigentes de entonces y su aporte fue escaso: 10 partidos y ningún tanto. Para 1967 se fue a probar suerte a los Estados Unidos y luego prolongó su carrera pero como entrenador de varios clubes mendocinos, inclusive su querido Godoy Cruz.

                Los números de Orlando Garro son contundentes: metió 73 goles en 132 partidos, fueron 65 en la Primera B y 8 en Primera División. Solamente superado por Vicente Sayago en la historia Calamar, el mendocino –fallecido en 2002 en su provincia a los 64 años- quedó en la historia grande de Platense. Siempre vale la pena desempolvar un recuerdo de aquellos que marcaron a fuego su apellido con la gloriosa marrón y blanca. Justicia.

AF