Revolviendo papeles, mirando viejas anotaciones, repasando partidos y formaciones, nos encontramos en la extensa historia Calamar con casi una decena de jugadores que se lucieron en su paso por Platense destacándose por hacer muchos goles en relación con la cantidad de partidos que disputaron con la gloriosa marrón y blanca.

Esta búsqueda pretende mostrar a nueve muchachos talentosos que se encargaron de hacer lo más difícil: meter la pelotita dentro del arco contrario. Algunos repitieron esa virtud en varios equipos, otros lo consiguieron especialmente con nuestros colores. Aquí el detalle.

El mejor registro lo tiene Luis María Rongo, el Pato Rongo, surgido en Acassuso pero con un inicio juvenil en River durante la segunda parte de los años treinta. Rongo escaló muy rápido y fue reemplazante de Bernabé Ferreyra entre 1935 y 1940, con un registro de 56 goles en 48 juegos. Pasó brevemente por Argentinos Juniors, se fue dos años al Fluminense de Río de Janeiro y llegó para ser el goleador de Platense en 1942.

Debutó el 5 de abril haciendo el gol contra Chacarita en nuestra cancha. Fue empate 1-1 y la crónica señala que fue a los 10m del segundo tiempo cuando Rongo “conectó con un certero cabezazo un centro del puntero izquierdo Torielli”. En la segunda fecha, clavó un tiro libre desde treinta metros en el arco de Sebastián Gualco, arquero de Ferro, para el 1-0 en Caballito.

Después hubo dos goles a Tigre (2-0 de locales), otro doblete a Independiente (4-2), dos a Newell’s (3-4), tres a Gimnasia en el Bosque (victoria 4-1) y tres en el memorable partido que el Calamar le ganó en el viejo Gasómetro a San Lorenzo por 6-1. Fueron 23 goles en 29 partidos de Rongo con la camiseta blanca y el escudo sobre el corazón.
Lesionado para 1943 y con un Raúl Frutos intratable, no tuvo lugar. Volvió para 1944 y compartió ataque con Frutos y José Canteli, otro crack santafesino. Ese año, el Pato Rongo –que según cuentan pateaba tan fuerte como Santiago Vernazza- hizo varias hazañas más. Lo más recordado, los cuatro tantos a Newell’s en Manuela Pedraza y Crámer en el 4-2 sobre los rosarinos. Fueron dos de cabeza y dos con la pierna derecha venciendo a su ex compañero Miguel Ángel López.

En suma: 52 partidos oficiales y 38 goles, un promedio de 0.73 gol por encuentro. Su último gol se lo hizo a Huracán en el minuto 87, cuando el Globo apretaba buscando el empate. Un centro de Alberto Belén desde la derecha lo cabeceó arriba, Lentini no llegó a atajar y ese tanto selló el 3-1 final para Platense y su despedida como romperredes del Marrón.

Héctor Emilio Scandoli ya había recorrido un buen trecho como profesional (River, Banfield y Estudiantes de La Plata) cuando llegó a Platense para la temporada de 1961 en la vieja Primera B. Se quedó tres años y no pudo conseguir el ascenso, pero dejó su marca. Metió 45 goles en 68 partidos: su promedio fue de 0.66 gol por encuentro.
Le decían “el pájaro” y volaba alto, realmente. Scandoli le metió cuatro a Temperley (5-2 en 1961), cuatro a Nueva Chicago (5-2 en 1962), tres goles a Almagro (5-1), a Los Andes (4-1) y a Sportivo Dock Sud (6-0). Se complementó muy bien con Orlando Garro, otro crack y artillero de esos años.

Por raro que parezca, hay cuatro jugadores que pasaron por Platense y dejaron el mismo promedio de goles por partido: exactamente 0.61 por vez. Adolfo Juárez, un centrodelantero que llegó desde Chacarita, hizo 25 tantos en 41 partidos entre 1937 y 1938. Eduardo Ricagni, hombre de la casa, iluminó el ataque Calamar con su categoría entre 1944 y 1946. Debutó a los 18 años y muy pronto se fue a Boca, para jugar después en Chacarita y Huracán. Ricagni hizo 23 goles en 38 partidos de primera división.

Mención especial para Oscar “Muñeco” Coll, que llegó desde River en 1951 por el pase de Guito Vernazza. Era un delantero fino, sutil, habilidoso y veloz. Se quedó tres temporadas para luego irse a San Lorenzo. Metió 51 goles en 83 partidos, con el mismo promedio de 0.61. Coll le convirtió seis goles a Independiente y a Estudiantes, destacándose el triplete al Pincha en el 3-0 de Platense el 8 de junio de 1952 y otros tres al mismo rival en la segunda rueda, victoria 3-2 en La Plata. Se dio el gusto de hacerle un gol olímpico a Huracán en la Quema (empate 1-1) y de ser el autor de la victoria contra Boca en Manuela Pedraza, el 6 de septiembre de 1953, cuando le ganó en lo alto al áspero zaguero Colman y metió el frentazo batiendo a Musimessi en el arco xeneize, consagrando el 1-0 festejado en Núñez y en Saavedra.

Con el mismo porcentaje (0.61 gol por partido) aparece el pelirrojo Juan Carlos Morrone, que surgió de las inferiores y llegó con su habilidad y talento a la primera en 1958, en la durísima Primera B. Debutó con 17 años y su figura pronto trascendió la categoría. Hizo 40 goles en 66 partidos, hasta que Lazio de Italia se lo llevó a fines de 1960. Antes dejó su estela: 18 goles en 1959 y 21 en 1960. Para el recuerdo, dobletes a Los Andes, El Porvenir, Dock Sud y Colón, cuatro a Talleres en el 6-4 de Núñez en 1959, para repetir con un doblete a Sarmiento en Junín, tres goles a Morón en un apabullante 8-2 al Gallito, además de un triplete a Excursionistas. Brilló luego en Italia, Morrone.

Cuando llegó Morrone, justo se había ido otro crack hecho en Platense, Rubén Héctor Sosa, que luego fuera apodado “el Marqués” por su juego exquisito. A eso, es obligado agregarle su fenomenal cabezazo ofensivo. Debutó a fines de 1956 durante el feo primer año en la B, le hizo un gol a Excursionistas (victoria 3-1) y fue la figura del equipo subcampeón de 1957. Ese año no hubo ascenso, pero sobresalió tanto que se lo llevó Racing: metió 18 goles en 28 partidos. Doblete a El Porvenir en Lanús Oeste, doblete a Chacarita en San Martín (fue 3-0) y el 30 de noviembre de 1957 jugó por última vez para Platense. Sosa disputó 35 partidos y logró 19 goles, con un promedio de 0,54 goles por partido.

Dos santafesinos también dejaron su marca. Raúl Frutos llegó desde Newell’s para 1943 y ocupó el lugar de Luis María Rongo, lesionado. Ese año se consagró goleador del torneo. Hizo 23 y compartió la primera posición con Ángel Labruna (River) y Luis Arrieta (Lanús). En los siguientes tres años apenas pudo jugar 19 partidos y convertir 8 goles, para recuperarse algo en 1947, con 19 presencias y 5 conquistas. En total fueron 41 goles en 74 partidos, sumando las copas. Con 0.55 de promedio.


Para destacar de Frutos, que le hizo cinco goles a Rosario Central y cuatro a Newell’s, que le metió dos goles en el mismo partido a Racing, otros dos a Atlanta y a Chacarita, a Tigre y a Huracán. Quedó en la historia por ser uno de los goleadores de Platense al tope de la tabla total de artilleros. Algo que no pudo alcanzar José Canteli, un crack santafesino que brilló en Newell’s y llegó al Calamar en la misma época, para luego lucirse en Colón de Santa Fe. Fueron 42 goles en 79 partidos, con un promedio de 0,53. El detalle es que Canteli era insider derecho pero su pólvora era tan letal como la de los centrodelanteros.

Jugaron poco, pero no defraudaron. Hicieron lo que más queremos y más nos gusta. Hacer goles con la camiseta de Platense. Primera A o Primera B. Los goles valen igual.

Por: Alejandro Fabbri (@ale_fabbri)
Fotografías: Museo del Club Atlético Platense (@museocap)