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Platense papá de Boca. ¿En serio? Bueno, hay que acomodar los números y tratar de entender nuestra explicación. Platense siempre ha sido un duro rival para Boca, en toda la historia, desde que aquella tarde de 1912, un 14 de julio, se enfrentaran por primera vez en la vieja cancha xeneize, ubicada a metros de la carbonería de la familia Wilson, en lo que hoy sería el cruce entre la avenida Juan de Garay y el inicio de la autopista a La Plata.

                Ese primer partido correspondió al campeonato de Intermedia, que no era otra cosa sino la segunda división de la Asociación Argentina de Football, más adelante llamada Primera B. En ese choque, Platense ganó 3-1 como visitante, con dos goles del puntero izquierdo Cotero y uno de Annaratone. En la revancha disputada en terreno Calamar, en Blandengues y Manuela Pedraza, hubo empate sin goles. En aquella Intermedia de 1912, Platense fue subcampeón de Ferro Carril Oeste y Boca se quedó con el tercer lugar. Todos ellos, más Estudiantil Porteño, Olivos, Comercio y Riachuelo fueron ascendidos a Primera, por la división del fútbol en dos asociaciones.

                Quiere decir que en el bautismo ante Boca, hubo victoria afuera y empate en casa. Desde aquel 1912 hasta 1999, Platense y Boca se enfrentaron 124 veces en partidos de campeonato, con un obvio saldo favorable para los Xeneizes, con 53 victorias de Boca, 28 del Marrón y 43 empates. O sea, que Platense obtuvo el 39,93% de los puntos disputados ante el poderoso auriazul.

                Los números se ponen más cálidos y amigables cuando vemos cómo ha sido el rendimiento Calamar siendo local ante Boca. Este trabajo pretende mostrar evidencia palpable de lo difícil que siempre resultamos para uno de los monstruos de nuestro fútbol. Jugando en la vieja cancha hasta 1917 hubo cinco partidos, con tres éxitos de Platense y dos empates. Desde que el estadio de Manuela Pedraza y Crámer abrió sus puertas, la historia registra en 54 años un total de 33 choques, con 12 triunfos Calamares, 10 empates y 11 éxitos de Boca. En Vicente López, hubo apenas cuatro partidos, con dos victorias de Platense (2-1 en 1983, goles de Roberto Cabral y Eduardo Hernández, 1-0 en 1997 con un cabezazo de Daniel Loyola), un empate y un éxito boquense.

 

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                O sea, que el historial final, siendo local Platense en cancha propia, entre 1912 y 1999 refleja lo siguiente: 42 partidos, 17 triunfos del Marrón, 13 empates y 12 derrotas. Que quede claro, jugando Tense en su estadio. También hizo de local en Atlanta, en Vélez, en Huracán, en River y en Independiente, pero esa es otra historia.

                Ahora bien: si tomamos en cuenta el mismo parámetro para los demás equipos que se midieron con Boca a través de la historia y con un mínimo de 25 partidos por lo menos, los datos son concluyentes. Solamente Vélez (30 a 26) es el único que supera a Boca en el historial haciendo de local en Villa Luro o en Liniers. Le lleva cuatro partidos de ventaja al auriazul, pero Platense le sacó cinco…

                Los demás tienen este registro a fecha de hoy, siendo locales en canchas propias: Tigre (8-11), Quilmes (5-13), Huracán (22-32), Lanús (16-29), Gimnasia (22-26), Estudiantes (25-37), Colón (13-14), Banfield (12-21), Chacarita (8-22), Unión (7-8). Son únicamente tres grandes –River, San Lorenzo e Independiente – más Rosario Central y Newell’s quienes establecen diferencia a su favor ante Boca como locales. Argentinos Juniors no supera los 20 partidos en su pequeño campo de juego en la historia, lo mismo que el Talleres cordobés.

                El detalle fantástico de estos números es que Platense produjo varios rendimientos espectaculares ante Boca jugando en su cancha. Para rememorar, el 3-0 obtenido el 21 de abril de 1916 con dos goles de Miguel Balmaceda y uno de Manuel Fraga. Esa tarde, el árbitro fue Germán Guassone, quien al principio de la década había sido presidente del club y luego se convirtió en el mejor referí argentino por varias temporadas. Pudo ser 4-0, pero Emilio Berti estrelló un penal en el poste.

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                También son especialmente valiosos un 2-1 logrado el 12 de mayo de 1940, cuando el Calamar derrotó al futuro campeón del año a cancha llena (casi 18 mil pesos de recaudación) y una reacción tras el gol de Tenorio para Boca. Lo empató Ricardo Stagi a los 20m y cuando arrancaba el segundo tiempo Norberto Galvagni, el popular “Chona” y vecino de Saavedra, venció al gran arquero Juan Estrada con un disparo esquinado. Boca perdería apenas tres partidos y en la revancha, le ganaría 2-0 a Platense, tras empatar durante 72 minutos hasta que el juez Rafael Carou vio infracción en un quite de Cacho Aldabe sobre Jaime Sarlanga.

                En 1949, aquel Platense repleto de cracks que lideraban Julio Cozzi y Antonio Báez, le ganó a Boca por la mínima ventaja gracias al oportunismo de Francisco Rodríguez. Al año siguiente, se produjo un resultado increíble: el Calamar demolió 6-3 a Boca en Manuela Pedraza y Crámer, con una actuación enorme de sus delanteros. Báez era el insider derecho, Rodríguez el entreala izquierdo. El wing derecho era Santiago Vernazza, el centrodelantero Federico Geronis y el wing del costado izquierdo, el temible y mortífero santiagueño Vicente Sayago.

                La hazaña ocurrió el 16 de abril de 1950, ante un estadio repleto. Boca venía con sus cracks y los refuerzos muy costosos, tras la pésima campaña de 1949, en la que zafó del descenso en la última fecha. Platense había terminado segundo junto con River, habiendo vencido ese año al campeón Racing. La fiesta estaba preparada. Al minuto de juego, el santiagueño Gallardo hizo mano dentro del área y el juez inglés John Muller cobró penal. Lo ejecutó Duilio Benítez y derrotó a Villafañe. Tres minutos después, Juan José Ferraro –traído desde Vélez días antes- puso el 2-0 ante el asombro de los hinchas de Platense.

                Pero, pero… 20 minutos después, el Marrón ya ganaba 3-2. Francisco Rodríguez a los 12, el enorme Antonio Báez empató a los 21 tras eludir a Bendazzi y un minuto después, Guito Vernazza convirtió el penal que le había cometido el atribulado Bendazzi a Geronis. Platense 3-2 y euforia en el barrio, hasta que Ferraro empató al conectar un centro a los 40m. Final del primer tiempo, 3-3.

                En la segunda parte, la gloria fue toda marrón y blanca. No importó que los rivales tuvieran a Claudio Vacca, a Lucho Sosa, al Leoncito Pescia, a la famosa dupla funebrera de Campana y Busico. Ya al minuto, el grandote Geronis clavó el 4-3 y el dominio se hizo abrumador. A los 14m, Vacca le paró otro penal a Vernazza, pero unos minutos después Francisco Rodríguez puso el 5-3 ante el delirio popular, tras un gran pase de Báez. Por si faltaba algo más, Vicente Sayago se hizo presente con un bombazo de zurda a los 40m del segundo tiempo. Pescia protestó y el juez inglés, que no medía el poder de cada camiseta ni lo conocía, lo expulsó.

                El toqueteo era inaguantable para los boquenses, sus hinchas comenzaron a lanzar piedras y botellas a la cancha, el partido se tuvo que suspender cuando faltaban dos minutos y Vernazza ya había sido retirado en camilla por uno de los tantos proyectiles y llevado al hospital Pirovano. La AFA lo dio por terminado y Platense terminó con aquel 6-3 de ensueño. Para que quede claro algo: en su historia, Boca recibió solamente una vez siete goles, el Independiente de Erico y De la  Mata lo vapuleó 7-1 en 1940. Rosario Central lo venció 7-2 en 2003 pero jugó con chicos de la tercera. En cambio, apenas Central, Racing, Gimnasia y Estudiantes  comparten haberle marcado media docena de goles a Boca siendo locales en sus canchas.

                Más cerca en el tiempo, queda el 3-1 en el inicio de la segunda rueda de 1965, con dos goles de Enzo Gennoni y uno de Orlando Garro, de emboquillada sobre Néstor Errea, reemplazo de un lesionado Antonio Roma. Boca fue campeón, pero no pudo con Platense, recién regresado de la Primera B. Fue 3-1 en Núñez/Saavedra y 0-0 en la Bombonera. Seis años después, el Marrón repetiría la victoria, pero por 2-0, en el último choque jugado en Manuela Pedraza.

 

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                La historia está escrita. Y Platense no será el papá de Boca, pero en algunos aspectos sí que lo es. La querida Marrón y Blanca no es sencilla de vencer cuando del otro lado está la Azul y Oro. Cosas para no olvidar, para entender porque los partidos contra Boca tienen un recuerdo imborrable y volverán a jugarse, más temprano que tarde.

 

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AF