Siempre se preguntó como nació su sentimiento por Platense, pero Carlos Landoni nunca lo supo con exactitud. Toda su familia es de Saavedra. Su padre y su tío, jamás le dijeron “hacéte hincha”, solamente lo llevaron a la cancha de Manuela Pedraza y Crámer. Allí empezó todo: “A los 8 años descubrí que existía un mundo con el cual yo me sentía identificado, jugábamos al fútbol con los muchachos en el barrio y todos eran de Boca, de River o de Racing, y noté que ser de Platense era distintivo”.
Su trayectoria como hincha sigue inalterable, y asegura que gracias a Dios pudo engendrar en sus hijos, Nicolás, Federico y Carolina, esa pasión y amor por los colores del club. “Es el día del hoy que le doy gracias a mi viejo y a mis hijos por ayudarme a mantener inalterable este amor”.
A la hora de hablar de locuras que cometió por ir a ver al “Calamar”, Carlos cuenta que el mismo día que nació su hijo Federico, se escapó del sanatorio para a ver el partido de Platense contra Racing de Córdoba. En su trabajo como médico llegó a cambiar la guardia del hospital con excusas mentirosas, y varias fiestas familiares no contaron con su presencia. Incluso por ir a la cancha, dejó de salir con alguna novia y le valió la ruptura sentimental, pero no se queja porque esa campaña salieron campeones.
Recuerda que viajó con sus hijos a casi todas las canchas del interior, en micros que se “caían a pedazos” y en muchos casos bajo condiciones meteorológicos adversas. “A veces volvíamos felices y otras veces no tanto, pero cuando perdíamos, Nicolás me decía: papá no pasa nada, el domingo que viene hay revancha”. Emocionado pero con orgullo nos dice: “Hay gente que vive muchos años y no deja nada, pero “el cabezón”, como lo llamaban sus amigos, logró en tan poco tiempo dejar su marca, en su familia y en los hinchas”.
Entre los recuerdos más importantes se encuentra el 4 a 0 en La Bombonera: “Estábamos en el medio de la platea de Boca y tuvimos que gritar los goles para adentro. Veía la cara de alegría que tenía “Nico” y no la podía manifestar, nos gritamos los goles en el oído”.
Hoy 9 de octubre, “Nico” cumpliría 36 años. Para Carlos este día tiene una sensación ambivalente, por un lado de profundo dolor pero también de alegría porque nació su hijo. “Todo lo que me dio no podrá ser empañado por la trágica muerte que tuvo, y a pesar de la tristeza de no tenerlo a mi lado, agradezco el tiempo que estuvo conmigo.”
“Prefiero no recordar la forma que en que se fue, sino la forma en que transitó esos veintidós años que vivió”. Hoy lo llena de orgullo la trayectoria de Nico como amigo, como hijo y como hincha de Platense, su lucha por ser periodista deportivo y generar espacios donde hablar de su querido Club junto a sus compañeros Pesca, Wally y Hernán. “Me conmueve verlos porque en cada uno de ellos lo sigo viendo a Nico”.
Carlos afirma que uno puede dejar de lado muchas cosas, pero no puede cambiar ser hincha de Platense: “Eso no se negocia, y el hecho de no negociar, significa que no nos vamos a quedar atados a si salimos o no campeones, vamos a sufrir, nos vamos a poner mal”.
Esa esencia del hincha quedó enmarcada en la bandera que tenía Nico, “el placer de sufrir”. “No es masoquismo ni mucho que se le parezca, es la sensación que nos invade, y por la que todos los años renovamos los votos”.
Para finalizar, deja un mensaje para todos: “Hoy es un día muy especial, es el día del cumpleaños de Nicolás y el día del hincha de Platense, que siento son lo mismo, por eso quiero mandarle un beso y un abrazo muy grande de mi parte y entregarles un abrazo del alma de mi querido hijo”.