Platense se adjudicó el torneo de la B Metropolitana al derrotar, en la final, 1-0 a Estudiantes (BA), con gol de José Vizcarra a los 9 minutos del primer tiempo suplementario. Tras ocho años, el «Marrón» vuelve a jugar en la B Nacional. Delirio en Lanús, el Obelisco y Vicente López. ¡¡¡ Somos Campeones!!!
– ¡Otra vez vamos a tener que sufrir! Esta fue la exclamación de muchos de los devotos hinchas de Platense que vieron el empate sin goles ante Colegiales por televisión. Lo que pudo ser festejo de campeón se transformó en desilusión, algún que otro llanto y mucha incertidumbre. Había que prepararse para la definición ante Estudiantes (BA).
Sin embargo, el hincha marrón y blanco recuperó rapidamente las energías cuando supo que cuatro días después, más precisamente el miércoles, su querido equipo se jugaba LA chance de campeonar y ascender a la B Nacional, como paso previo a la vuelta estelar a ese lugar que dejó en 1999: la Primera División. Los contactos, las especulaciones y las promesas empezaron a rociar las redes sociales, y de allí al boca en boca. O al revés. O en simultáneo. A partir de ese momento, las estrategias, la planificación, el si falta tal o cual jugador, todo lo que hiciera referencia al gran partido era poco en relación a la expectativa que se acrecentaba minuto a minuto.
La fila de gente esperando por comprar su entrada para la gran final terminó por acrecentar los ánimos y las ilusiones del hincha, que nunca dejó de creer en el equipo, al que siempre alentó sin importar resultados ni rendimientos. A la mente se venían los recuerdos, las cábalas, las imágenes de antaño, el recuerdo de los partidos del año, y la espera se hacía larga.
Llegó el gran día. Miércoles 2 de mayo. 31 años antes, el «Pampa» Gambier lograba la hazaña en cancha de River para que Platense tuviera un desempate ante Temperley, con el repetido objetivo de mantener la categoría. El pueblo «Calamar» rezaba por su Miguel Ángel, invocaba que el espíritu del «Chamaco» Rodríguez tomara posesión del cuerpo de Fernando Ruiz para lograr el título.
Miércoles por la mañana temprano: lluvia, insomnio, nerviosísmo, preparativos, convocatoria para ir a la cancha de Lanús, cual peregrinación de feligreses que van detrás de un milagro, uno más en la historia del «Marrón»; «¡¡¡este es el año Tense, no me podés fallar!!!» se escuchaba mientras se acercaba la hora de la finalísima.
Algunos llegaron sobre la hora, otros con el partido empezado, otros tantos un par de horas antes. Por auto, transporte público, en caravana, a pie, había que estar. Había que alentar. Había que ser testigo de un milagro, esos que quedaban tan lejanos en el tiempo.
La ansiedad aumentó a niveles extremos cuando se supo que el plantel llegaría al estadio a las 19 horas, sólo diez minutos antes de lo previsto con respecto al comienzo original del partido. Si, a varios se les cruzó por la mente que lo que sonaba a milagro pasaba ahora a ser una epopeya. Por suerte el desenlace no lo fue.
El reloj marcó 19:40, y el comienzo del partido. El principio del fin. Aunque no parecía tal cuando a los tres minutos de inciada la final, Jorge De Olivera voló sobre su ángulo derecho para evitar el gol del «Pincha» de Caseros. Si, ese arquero que llegó a días del comienzo del torneo y que se convirtió en baluarte del equipo y en uno de los máximos ídolos de este Platense 2017 – 2018.
A los 12 minutos, tímidamente el «Calamar» tuvo un intento en los pies de Hernán Lamberti, que desvió el remate. El volante retornó al equipo tras lo que fue su lesión en el último tramo del torneo, y, jugando en una pierna, fue fundamental e imprescindible, a imagen y semejanza de lo ocurrido en todo el trayecto hacia el esperado título.
Cuando el cronómetro marcó los 28 minutos, el equipo de Ruiz volvió a tener otra oportunidad con el desborde y centro de Facundo «Curu» Curuchet, Daniel Vega no llegó a conectar ese centro. El propio «Contador» tuvo un mano a mano sobre el final de la primera etapa, pero su disparo salió por arriba del travesaño.
En el segundo tiempo, Diego Tonetto lo tuvo con un cabezazo a los siete, que pasó cerca. Pasaron seis minutos para que llegáse la respuesta de Estudiantes (BA) con un remate de Ruiz Gómez que pasó muy cerca del palo izquierdo. El partido mostraba cero especulación y los dos equipos buscaban el gol que les diera el título.
A los 20 minutos del complemento, llegó uno de los momentos bisagra en el partido: Ángel García fue con la pierna tan alta que cometió infracción sobre Curuchet, Maximiliano Ramírez le mostró la amarilla al defensor visitante, que como ya se había adjudicado una debió salir del campo de juego expulsado. Once contra diez. Muchos pensaron que este era EL día perfecto. Seguramente varios hacían apuestas de quién anotaba el gol del campeonato. Otros seguían con su cautela, más allá algunos rezaban.
El segundo momento de cambio en el partido se dio a los 27 minutos, con el ingreso de Juan Manuel Olivares por Agustín Palavecino, el habilidoso al que frenaron en la primera mitad con una patada al tobillo, pero aún así se la bancó y siguió jugando al mismo nivel de los últimos partidos. A esto le siguieron dos cabezazos, uno de Curuchet y otro de Lamberti, antes de decretar el final del tiempo reglamentario. Si antes los hinchas se mordían las uñas, ahora se comían las manos directamente. El hincha «Calamar» quería evitar los penales, traían malos recientes recuerdos. Había que ganarlo antes. Como fuera. Con lo que quedaba. El jugador de más no se plasmó en el resultado, pero lo que si logró Platense fue cansar al rival, hacerlo correr. Y se notó.
El tercer momento que marcó un antes y un después fue el ingreso de José Vizcarra, aquel que todavía sufre por la expulsión ante Deportivo Riestra en el último torneo Reducido, por Diego Tonetto, a los 38 de la segunda mitad. Pero al «Chino», el destino le cambió la mano, como para mostrar que en esto del fútbol no está todo dicho. Todo comenzó con una combinación por el sector izquierdo entre Infante y Olivares, «Maravilla» encontró la falta y la opción para un centro al área.
La pelota fue al primer palo, allí apareció el cabezazo del delantero de los ocho goles en este torneo. para anticiparse a todos y desatar el festejo, la locura, el grito contenido, la emoción, la ilusión cercana, y el nerviosismo, porque quedaban 23 minutos, que parecían una eternidad, pero que al mismo tiempo estaban más cerca en el camino a la gloria.
Platense lo tenía controlado, sin embargo, llegó la expulsión de Juan Infante sobre el epílogo del primer suplementario. Si se estaba padeciendo el alargue, con esto directamente había que orar, encomendarse a todo el Olimpo de glorias «Calamares», a todos los hinchas que alentaban en el cielo para que, de una vez por todas, volviése la suerte para el lado de Vicente López.
Minutillo tuvo en sus pies la igualdad cuando terminaba el partido, pero una vez más como en toda la noche, como en todo el campeonato, De Olivera le dijo que no y desvió el remate esquinado. De un silencioso respiro se pasó a la euforia, al aliento, al grito, a la emoción. Platense pudo liquidarlo con sendos contraataques de Vizcarra y Curuchet, pero entre Pucheta y la mala definición le impideron al «Calamar» ampliar las cifras. Se sufría más ante las fallas. ¡Terminelo, Ramírez! era el grito.
Pitazo final. Y aparecieron las lágrimas. Se escuchó el tronar del «Dale Campeón» en la tribuna local, los abrazos interminables de los jugadores y colaboradores. Las miradas al cielo. Después de tanto tiempo, Platense volvió a hacer de las suyas.
Todos los jugadores y cuerpo técnico festejando en el campo de juego. Las almas «Calamares» festejando desde sus lugares, la llovizna ya no importaba, el frío menos, la hora y la distancia eran una circunstancia. Pero la fiesta no terminó ahí. Había que seguir. Había que colonizar el Obelisco, ese lugar de festejo que es privilegio de algunos, ahora tenía forma de calamar, tenía los colores del gran Roberto Goyeneche.
Todos los devotos de los colores se rindieron ante el micro que transportaba al plantel y a sus familiares. ¡¡Curuchet, Curuchet, Curuchet!! lideraba los cánticos.
Pero todavía faltaba más. Había que ir a la sede central del milagro. Al templo que albergó, alberga y albergará tantas ilusiones. La caravana obligaba a seguir hacia el estadio «Ciudad de Vicente López», en donde culminaron los festejos de una noche que será recordada por siempre.
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FOTOS: CAMILA ARGÜESO – GONZALO COLINI – JONATHAN LUMBARDINI.
CRÓNICA: LARA SCELZI.
INFOGRAFÍA: PATRICIO NARANJO.
PLATENSE TV: JAZMÍN ARCE MENGUA Y MICKY DE WILDE.
DEPARTAMENTO DE PRENSA – C.A. PLATENSE