Hoy, 17 de mayo, se cumple otro cumpleaños del ascenso Calamar a la B Nacional. Platense enfrentaba a Laferrere en Vicente López y con el empate en dos conseguía el ascenso. De la mano de su director técnico de la casa, Eduardo Greco, Platense gritaba campeón por primera vez en su estadio.
8 años se cumplen del campeonato, sin embargo, los recuerdos de los hinchas están más vigentes que nunca. Aquella interminable vuelta olímpica que dieron los jugadores junto a todos los hinchas adentro del campo de juego, el grito unánime de “muchas gracias marrón” o la General Paz colapsada por una marea marrón y blanca, todavía hacen eco en la memoria de cada uno de los fieles.
No importó que el partido se haya jugado un día de semana y en pleno horario laboral. Partes médicos de todos los formatos, rateadas masivas de colegios y universidades, fueron algunas de las tantas excusas que sirvieron para hacerse presente en Vicente López. Nadie quería quedar afuera de la fiesta.
Y como si algo le faltara a un acontecimiento tan especial como éste, qué mejor que coronarlo de la mano de un técnico surgido de las entrañas calamares y tan fanático de Platense como cualquiera de los que estaba alentando desde la tribuna. Eduardo “el loco” Greco se hizo cargo del primer equipo tras el alejamiento de Vicente Stagliano y llevó al “marrón” camino a la consagración, acompañado por Javier Baena, su ayudante, otra gloria que hizo historia vistiendo la camiseta marrón y blanca. Un cuerpo técnico bien de Platense para llevar al calamar a lo más alto de la tabla de posiciones.
El penal errado por Martín Madrid frente a Chacarita en la promoción del año 2005, que imposibilitó al marrón ascender por la desventaja deportiva, tuvo su revancha un año más tarde, cuando Héctor Banegas y Juan Ignacio Acosta Cabrera anotaron en el empate frente a Laferrere que coronó a Platense como el campeón de la Primera B Metropolitana.
Un equipo con hambre de gloria, formado por la conjunción de jugadores jóvenes y otros experimentados, un cuerpo técnico con sangre marrón y blanca y el apoyo incondicional de los hinchas, que dijeron presente en cada una de las canchas donde a Platense le tocó jugar, fueron las claves de un éxito tan merecido como necesitado.
El 17 de mayo quedará siempre en la memoria de todos los socios, simpatizantes e hinchas que cambiaron lágrimas de tristeza por las de felicidad, y se dieron el gusto de gritar bien fuerte: “…Que de Saavedra, salió el nuevo campeón…”
El recuerdo de Eduardo Greco
Eduardo Greco es una de esas personas que, cuando entra al club, no pasa desapercibida. Fanático de Platense de toda la vida, se dio el lujo hacer realidad el sueño de todo director técnico: dirigir y sacar campeón al club de sus amores.
¿ Qué significa en tu vida el ascenso de 2006 ?
Después del nacimiento de mis hijos fue lo más importante que me pasó en la vida. Sinceramente haber salido campeón con el club de mis amores, el club que me vio nacer, crecer, es algo inolvidable. Yo pasé toda mi infancia en Manuela Pedraza y Crámer.
¿ Cómo lo viviste desde adentro teniendo en cuenta que sos hincha de Platense ?
Es diferente. Son sensaciones encontradas. Ver llorar a tus amigos, aquellos con los que compartiste el colegio y con los que fuiste a la cancha toda tu vida, es algo difícil de explicar. Mis hijos, por ejemplo, son quinta generación de hinchas de Platense. Por eso te digo que, sólo un técnico que haya sido hincha del equipo que sacó campeón, puede llegar a entender de qué estoy hablando. Más en un club como Platense. No hay comparación con nada. Ser llevado en andas al mismo tiempo que tu nombre es coreado por miles de personas es algo inolvidable.
¿ Cómo fue la previa o el vestuario de ese 17 de mayo de 2006 ?
Me acuerdo cómo si fuera hoy. Llegamos del hotel y había miles de personas esperándonos en la puerta del estadio, lo cuál demoró el ingreso. ¡Y eso que era un miércoles! Nosotros entramos sabiendo que, con un triunfo, ya éramos campeones. Teníamos esa tranquilidad pero, a su vez, el nerviosismo lógico de un partido. Estábamos ahí nomás de lograr la meta que, para muchos, era insospechada por ese bajón futbolístico que tuvimos en un tramo del campeonato. La charla táctica la había dado en el hotel, cómo era costumbre. Así que sólo tuve que arengar un poco a los jugadores antes de salir. El grupo era difícil. Algunos muchachos habían sido separados y trabajaban de manera diferenciada en el predio de inferiores. Pero ese día sólo pensaba en el campeonato. Al momento de entrar a la cancha, para comprobar el estado del césped, derramé mis primeras lágrimas. Me emocioné al ver a dos amigos como Roberto Ambrosini y Ricardo Sapienza que estaban en la tribuna. A pesar de ser una persona muy nerviosa, ese día estaba llamativamente tranquilo. ¡Algo adentro mío ya me decía que éramos campeones!
¿ Te esperabas una oportunidad así ?
Te confieso que me llegó en un momento inesperado. Yo siempre soñé con ser alguien en divisiones inferiores y mi orgullo pasaba por sacar jugadores como Scotto, Baena, Spontón y otros tantos muchachos que vistieron la camiseta y luego fueron transferidos por el club. Pero, te repito, dirigir a la primera y cerrar con un campeonato fue algo inesperado y soñado para mí.
¿ Cuál crees que fue el mérito más grande que tuvo Platense para lograr el objetivo ?
La unión dentro de la cancha. Después de la derrota con Talleres de Remedios de Escalada, correspondiente a la quinta fecha de las once que disputamos, tuvimos una charla con los jugadores para dejarles en claro cuál era la idea de este cuerpo técnico. Les dijimos que intentaran obtener el primer puesto por ellos mismos, por sus familias y por su dinero. Nosotros buscaríamos la gloria por la gente y por el orgullo. Fue ahí cuando se terminó de estrechar el grupo. Hoy, cinco años más tarde y, para sorpresa de muchos, te puedo asegurar que la relación del grupo no era la mejor, era estrictamente profesional. Sin embargo, en la cancha fueron once leones y se mataron para, finalmente, lograr el merecido campeonato y tan ansiado ascenso.
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