Pedro Vilariño tuvo una larga entrevista con el periódico “El Barrio” y habló de todo. El presidente de Platense hizo un repaso de su vida y de sus tres años al frente del club. Analizó el pasado, el presente y el futuro, sin dejar de lado temas delicados. Ya sea su actividad como representante de jugadores o la situación de Eduardo Greco. Abierto y frontal.
-¿Desde cuándo vivís en Villa Urquiza?
-Yo tengo 53 años. A los dos años mi papá compró un almacén en Ceretti y Rivera y desde entonces vivo en Villa Urquiza. Hubo un pequeño período luego de casado en el que me mudé a Villa Pueyrredon, pero desde los dos años estoy en el barrio. Fui al Colegio Nuestra Señora del Carmen, fui contador de otros dos colegios del barrio, profesor del Sagrada Familia, tuve geriátricos en la zona… Villa Urquiza es mi vida.
-¿El almacén de tu papá fue tu primer trabajo?
-Sí, mi viejo me hacía trabajar desde chiquito y para comer una feta de mortadela tenía que laburar con el carrito como un condenado. Ya a los diez años tenía que laburar. A los 16 años empecé a trabajar en otras cosas, haciendo guardia de departamentos o trabajos administrativos. A los 18 años empecé a trabajar con las Hermanas Dominica de la Anunciata. Y a los 26 me recibí de Contador Público.
-Por la condición de vecino de Villa Urquiza y teniendo en cuenta la identificación que tiene el barrio con River, podrías también haber sido de este club…
-Mirá que hay mucha, muchísima, gente de Platense en el barrio. Y hace 30 o 40 años era mucha mayor la influencia de Platense en Villa Urquiza.
-¿Quién fue la influencia en tu caso?
-Yo jugué al baby en El Trébol, justo jugaron un amistoso con Platense, me vio el viejo Pérez, el cartero, y a los once años ya empecé a jugar en Platense. Llegué hasta la Tercera y en 1980 quedé libre siendo capitán. Firmaron un solo contrato a López Turitich. Fue una gran desilusión. Después jugué dos años más en Comunicaciones. A los 23, como tenía muchos gastos con la Facultad, decidí largar, aunque tenía posibilidades de seguir. Me querían llevar a Talleres de Remedios de Escalada, pero era muy lejos y no existía la apertura que hay hoy en el fútbol, donde un jugador de la Tercera División puede terminar jugando en Chile o en cualquier lado. El fútbol es así: se conoce mucho del que llega pero poco sobre la historia del que no llega.
-¿El hecho de haber jugado te da alguna ventaja como dirigente?
-A veces es malo. Yo creo que los clubes deberían organizarse más como empresas y para manejarlos como tales no hace falta haber jugado al fútbol. Creo que es hora de que los clubes empiecen a funcionar de otra forma. Está visto que los clubes como asociaciones civiles terminan en convocatorias o en órganos fiduciarios, hay que empezar a mirar esto con otros ojos. No me vengan con la actividad social, que tenés que tenerla igual. De todas formas se maneja todo muy encubierto, ¿cuántos clubes son de determinados dirigentes? En la Primera B hay varios. No los que tienen el arraigo y la masa societaria como Platense, pero si analizás club por club, no voy a hacer nombres, hay muchos patriarcas.
-Siendo un hombre de éxito en sus negocios personales, que parece “tenerla clara”, ¿por qué te metiste en este lío?
-Bueno, la pasión es la pasión. Es lo mismo que reflexionar sobre por qué me enamoré de mi ex mujer. El corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá.
-¿Pero sabías en lo que te estabas metiendo?
-Tanto no, nunca me imaginé encontrarme algunas cosas. Hay que tener muchos huevos para ser dirigente deportivo. Primero porque te hacés enemigos gratuitos. Gente que ni te conoce pasa a ser tu enemigo simplemente porque estás en la vereda de enfrente o porque perdiste un partido. Yo sé que hace poco, cuando perdimos con Brown de Adrogué por penales, había gente que me puteaba. Y perdimos por penales…
-¿Quién te metió en esto o quién te convenció de estar?
-El que me empujó a ser Presidente del club es el Vicepresidente Tercero Ernesto Alvarez, porque yo compartía la tribuna con él. Creeme que si no fuera por él no hubiera llegado a serlo. Y después mis hijos también, ellos me apoyaron bastante.
-Históricamente en Platense hubo muchas peleas y divisiones internas. ¿Es uno de los mayores problemas de la institución?
-Sí, creo que el protagonismo individual de muchos actores que tiene el club es uno de los temas. Somos pocos, trabajamos poco por el club, pero hablamos demasiado. Platense no necesita división política, sino mucha más gente que trabaje. Pero la realidad indica que estamos a dos meses de las elecciones y está funcionando de nuevo la maquinaria de generar protagonismo ensuciando a los demás.
-Hay muchos que tienen la ambición de ocupar tu sillón. ¿Qué les aconsejarías?
-Que sean responsables, que tengan la misma responsabilidad que asumí yo desde que dije que iba a ser presidente del club; esto no es para cualquiera. Es muy fácil querer ser dirigente de una institución y después rajarse ante el primer problema, ante el primer traspié echarle la culpa a los demás, lavarse las manos. Hay mucha mugre, pero creo que no pasa sólo por Platense. Es un tema de nuestra sociedad.
-El candidado debe tener tiempo y respaldo económico, ¿no?
-Es que a mí estos tres años… A mí la gente no me ve en el club pero estoy desde las ocho de la mañana en un juzgado por juicios anteriores, a las seis de la tarde viendo un contrato o buscando financiación. El club te lleva las 24 horas del día.
-Más allá de lo económico personal, ¿tuviste que dejar cuestiones tuyas de lado?
-Perdí mi matrimonio. Aunque Platense me afianzó con mis seis hijos, que me bancan a morir, perder la familia es un golpe muy fuerte del que estoy reponiéndome ahora. El más chico de mis hijos tiene 10 años y va al Colegio Sagrada Familia y el más grande tiene 26. Me dio un nieto de tres años que también va a esa institución.
-Viendo las consecuencias, ¿te arrepentís?
-No, pero sí me prevengo. Es decir, este es un momento en el que uno tiene que medir sus decisiones futuras y yo las estoy midiendo día a día.
-Falta poco para las elecciones y estás hablando mucho en pasado y reflexionando sobre decisiones futuras. ¿Te bajás o vas por más?
-Prefiero hablar en presente y hasta el 15 de diciembre de este año soy presidente del club. No puedo parar, tengo que trabajar. Ayer pagamos los sueldos de agosto y el club está prácticamente al día. Cuando recibí el club había cuatro meses de atraso con el plantel. Lo que hicimos en esta gestión, en ese sentido, es un orgullo. Mucha gente quiere que me presente a una reelección, pero no puedo hacer campaña política todavía. Esto es un día a día, no tengo tiempo. Tenemos el problema de que nunca jugamos los sábados en nuestra cancha y uno se pregunta por qué pasa esto, por qué nos castigan.
-Es cierto que en club hay hoy actividades sociales que parecían olvidadas, pero no entraron los penales con Brown de Adrogué y esto parece un caos…
-Duele, pero no es un caos. Caos sería ir al club y que no esté el portero, que los empleados no cobren los sueldos. Platense es un club de fútbol, no con fútbol. Platense es un club de fútbol con muchas actividades sociales a las que nosotros les hemos dado la posibilidad de desarrollarse. Pero no hay que olvidarse de que lo único que la gente quiere es volver a Primera, no le importa nada más. Me encanta la temporada de pileta, mi hija ha trabajado en la colonia, he visto crecer pibitos con la camiseta de Platense y eso es hermoso porque genera identidad. Pero si no ascendemos, eso no sirve para nada.
-¿Te animás con algunas preguntas incómodas?
-Obvio.
-Una de las cosas por las que se te señala es que podrías aprovechar tu condición de representante de jugadores para hacer negocios con el club…
-Mirá, los que trabajan en la representación de jugadores saben que cometí el peor error como representante. Dejé la actividad en el mejor momento después de quince años de trabajo para ser presidente de un club. Eso me trajo aparejado perder jugadores de la talla de Emiliano Insúa, Cirigliano, Cañete, Acevedo, Cabral… Por su juventud, mi hijo no los pudo conservar. Te estoy hablando de que perdimos jugadores de nivel europeo, ¿qué negocio puedo hacer en Platense comparado con el que podría haber hecho afuera? El día que me recibió Julio Grondona me dijo: “Usted tiene que estar muy loco para dejar de hacer lo que hace y ponerse a hacer lo que va a hacer”. Y la verdad es que tenía razón. Puse mi amor por Platense por sobre mi ambición económica.
-Otra acusación que te hacen es que a Platense no lo quieren en la AFA porque no te sabés manejar.
-Yo no era presidente de Platense cuando nos fuimos a la B en el 99, tampoco cuando nos volvimos a ir a la B ni cuando nos fuimos de la cancha en Mendoza y no ascendimos. Tampoco en 2010 cuando hicimos un desastre de equipo. Por eso creo que achacarme a mí catorce años de frustraciones es una locura. Creo que habrá que buscar otro tipo de razones. Pero si tengo que cambiar, cambiaré.
-En lo personal a uno lo une cierto cariño y amistad con Eduardo Greco. Lo que se dice en su ámbito íntimo es que lo abandonaste…
-Te cuento: lo fui a buscar porque estaba tirado en una pensión en 2010, le presté un departamento de mi propiedad, lo vestí, le firmé un contrato por tres años que está cobrando religiosamente, cuando él no pudo trabajar le pagamos el tratamiento contra la adicción y le respetamos todo a pesar de que puede ser un caballito de batalla de la oposición para las próximas elecciones. Si eso es abandonar a una persona, entonces la abandoné. Pero si vos me preguntas qué opino del Loco Greco, creo que es un tipo con una capacidad infernal, que tiene que bajar un cambio y dedicarse a lo que puede y no a lo que quisiera porque ha mermado sus condiciones producto de su enfermedad. A mí no me gustaría que lo usen de nuevo, pero creo que alguien lo está usando. Los grandes amigos del Loco Greco, los que se dicen grandes amigos, lo dejaron tirado de verdad en Fernández Blanco y Olazábal, en el departamento que yo le presté durante un año.
-¿Qué cambió del Platense que tomaste al actual?
-Creo que es otra historia. Al menos deportivamente es un Platense protagonista, que siempre quiere más. Cuesta, no es fácil.
-¿Qué es lo que falta para volver a ser de Primera como antes?
-Creo que aquel Platense tenía muchas fallas como las que tiene el de hoy. Como jugador viví una de las mejores campañas de la historia del club en Primera, que fue la de 1980 con el Polaco Cap, y el otro día agarré una revista de ese año y encontré unas notas donde se hablaba que había divisiones. ¡En un momento en el que éramos terceros en Primera! Hoy existe la misma división política. Si me preguntás que necesita Platense, yo te digo que más participación y menos protagonismo, más entrega y menos egoísmo. Sobre todo que griten los goles aunque favorezcan a gente de otra división política. ¡He visto gente que no grita los goles de Platense! ¡Es vergonzoso!
-¿Estás muy cansado? Porque se te nota medio harto con algunas cuestiones…
-Y sí, te cansan algunas cosas. La verdad es que sí, estoy cansado. Es un día a día, hoy capaz que me enganchaste en un día complicado.
-Tener un plantel al día es una ventaja para alcanzar el éxito…
-Sí, pero hay cuestiones en las que chocás con intereses personales de algunos actores del club. Si vendés a un jugador de inferiores hay gente que dice que le robás el patrimonio a Platense. Por otro lado tenés a River y a Boca que se cansaron de vender. Si los clubes no venden jugadores no existen. O sea, la variable que equipara la economía de los clubes es la venta de jugadores. Durante tres años yo conseguí que venga gente que compre jugadores de Platense. ¿Quién compra jugadores en este fútbol? Pongamos nombres de equipos, un Los Andes, un Temperley, ¿cuántos jugadores han vendido en este último tiempo en esta categoría? ¡No venden! Atlanta mismo, saliendo campeón, no vendió a nadie. Estar equilibrado cuesta un trabajo grandísimo y no sirvió, porque la gente cree que esto es soplar y hacer botellas.
-¿Traicionaste o te sentiste traicionado por alguien desde que sos presidente?
-Sí, lamentablemente me decepcionaron determinadas personas, en especial alguien en quien yo confiaba mucho. Pero no lo tomo como traición, sino como una decepción. Y yo puedo mirar a los ojos a todo el mundo, ¡a todo el mundo, eh!
-¿Cómo ves al plantel actual? ¿Estás conforme?
-Creo que es un plantel para dar el salto, es mejor que el del año pasado que perdió el ascenso por dos puntos y la semifinal por penales. Lo único que le pido a los jugadores y al cuerpo técnico es que sepan lo que significa jugar por Platense. Que no repitan actuaciones que fueron paupérrimas desde la actitud, como contra Defensores de Belgrano (0-3). Vos podés jugar mal un partido, pero no puede faltar actitud.
-Si este plantel es mejor que el del año pasado, que se quedó en las puertas de un ascenso, ¿dos más dos tendría que ser cuatro?
-En el fútbol no es así lamentablemente. Si el año pasado salimos segundos con un plantel que creo estaba un escalón más abajo, hoy tendríamos que estar festejando por anticipado y nadie festeja de antemano. Esta es una categoría chivísima, muy difícil de predecir y en la que si no tenés todas las variables ajustadas no podés conseguir el éxito.
-¿Qué le querés decir al hincha o socio de Platense?
-Que le agradezco la posibilidad que me dieron y que me disculpen por los errores.
-Al final, ¿seguís o no?
-Hasta el 15 de diciembre seguro. Luego seguiré en el rol que me toque, pero siempre en Platense. Cuando fui opositor levanté una inhibición, cuando fui opositor financié los sueldos del plantel, cuando fui opositor dejé en el club un proyecto personal. Era opositor, pero ante todo soy hincha de Platense.
Por Julián Amerise – platense@periodicoelbarrio.com.ar