Platense tenía sólo 12 años de vida cuando una mudanza significaría el comienzo de una nueva etapa en la historia grande del club: la construcción del estadio de Manuela Pedraza y Crámer. La esquina del barrio de Saavedra sería el escenario de grandes epopeyas y de grandes futbolistas, sería la esquina de la vida marrón y blanca.
No hay dudas que la historia de Patense ha tenido muchos momentos de alegrías y satisfacciones tanto institucionales como deportivas. Desde sus comienzos, el «Calamar» tenía una visión de porvenir buscando colocarse en la primera fila de las instituciones deportivas del país.
Tras sus inicios en el estadio construído en los terrenos del Parque Japonés, Carlos Garbagnati gestionó y obtuvo después el terreno que ocupó el club durante mucho tiempo en Manuela Pedraza y Blandengues (hoy Avenida Del Libertador), donde continuaría con la tradición de «Los calamares en su tinta» iniciada años antes. Esta ubicación tendría como fecha de expiración 1916.
El año 1917 marcaría la llegada a esa esquina que está grabada en la memoria de todo el pueblo marrón y blanco. Tras inconvenientes internos en la Comisión, el presidente Archivaldo Goodfeloow, por resolución exclusiva, le alquiló al Dr. Carlos Delcasse los terrenos de Manuela Pedraza y Crámer. A continuación, realizó mejoras en las tierras y construyó la primera tribuna oficial.
El partido inaugural del nuevo estadio se jugó el 9 de julio de 1917, en ese encuentro Platense derrotó a Provincial de Rosario (hoy Newell´s Old Boys, con quien justamente disputó el último partido en estos terrenos) por 1 a 0 con el gol de Timoteo Sinigaglia. Antes de ese partido, hubo un encuentro preliminar entre las inferiores de Platense y Porteños de Zárate, con triunfo del local por 5 a 0.
Trece días después, el 22 del mismo mes, se disputó el primero de los 847 partidos oficiales, esta vez fue igualdad en cero ante Porteño. Aquel día, Platense formó con Abraham Pérez; Arturo Ansaldo, Emilio Berti; Domingo Santángelo, Juan Antonio Mazzini, Alberto Felisari; Luis Felisari, Manuel Fraga, Miguel Balmaceda, Donato Capiella y Timoteo Sinigaglia.
Luego de esos agitados pero recordados días de julio de 1917, el verde césped de Manuela Pedraza y Crámer sería testigo de 54 años de alegrías y tristezas, de ascensos (1965) y descensos (1971), de inauguraciones (velódromo, cancha de básquet, iluminación artificial) y de grandes jugadores (Topini, Vernazza, Cozzi, Sayago, Baez, Ulrich, Mansueto, sólo por nombrar a algunos).
«Y porque se podía ir «de a pie» -Cramer derecho-, aunque fueran largas cuadras, pero al fin sombreadas y sin vueltas, nuestros primeros vuelos de pibes eligieron Platense. Porque además allí, apretados contra el alambrado, podíamos ver casi de al lado, a las glorias de aquel fútbol. Casi como tocándolos. Y conversar con ellos, verles la camiseta transpirada, la marca «propia» de la «patada» reciente y discutida en los tablones. Y después, esperarlos a la salida, allí por Crámer, en el portón que daba casi atrás del otro arco, donde recuerdo chapas, ladrillos, algún yuyo derramado… cuadra de barrio con serenidad de siesta, y el referí con la valijita, y las palmadas a los cracks, y hasta la posibilidad de ir caminando al lado de ellos algunas cuadras -Crámer abajo- para verlos un «cachito» más, de cerca y como eran.
Cómo olvidarme entonces de las atajadas de Julio Cozzi (digan lo que digan, para mí el más grande arquero que vi en mi vida), de los cabezazos del «Negro» Gallina, del «Gallego» Iglesias, ·de aquella famosa delantera (¿a ver si recuerdo?) Belén, Cantelli, Frutos, Dorado y Torielli, o de aquella otra un poco más adelante: Vernazza, Báez, Geronis, Rodríguez y Sayago…».
Hector Negro (Texto – Libro 75 años de Historia del Club A. Platense – 1905-1980 – Jorge Sepiurca).
DEPARTAMENTO DE PRENSA – C.A. PLATENSE